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Andrea Perciaccante
Patio Interior/Manuel Miguel Mateo/Andrea Perciaccantte
Lunes 18 de enero de 2010, por
Autor Paisaje Sonoro: MANUEL MIGUEL MATEO.
Ficha Técnica:Sonidos procedentes de un atasco en el barrio del Realejo el 6 de Abril de 2009. Los sonidos de los vencejos y palomas se grabaron el amanecer del día 7 del mismo mes en Plaza Nueva. El sonido del metrónomo procede del Banco de Sonidos e Imágenes del Instituto Superior de Formación y Recursos en Red para el Profesorado del Ministerio de Educación, Política Social y Deporte.
Autor Texto: ANDREA PERCIACCANTE.
Título: Metrónomo
Andrea Perciaccante (Cosenza, 1977) traductor, crítico, ensayista, escritor e italiano; licenciado en Letras por la Università degli studi di Siena, vive entre Italia y España donde está escribiendo su Tesis de doctorado. Fue miembro del consejo de redacción de la revista Contra Tiempo, y de la revista italiana RE:, además ha colaborado con revistas como Fornesis, Rivista Sinestesie, Mester de Vandalia, Chichimeca y el diario local La opinión. Granadino de adopción su nombre aparece en antologías y colectivas como Napoli verso…, Poesía en La Tertulia 1999-2003, Granada VerSos Lisboa o Disarmare il Mondo. La plaquette Los hombros del viajero fue su primera publicación monográfica a la que siguió Blue Valentine. Ha traducido poemas y ensayos de Luis García Montero, Domenico Cipriano, Cristian Sinicco, Andrés Neuman, Giancarlo Sissa….
METRONOMO
Como el polvo que se abandona en cada mudanza
como la arena que se queda en los zapatos
guardando una pequeña playa en cada pie
como un reloj parado
que seña la memoria de una hora muerta,
elíptica, condenada a repetirse eternamente,
así es mi vida de viajero sin trenes,
esperando que aparezcan nuestros nombres
en la última página de un periódico.
Escucha, escucha, escucha,
escúchame
el viento de nuestras voces mece las palmeras
mientras un sonido lento de olas
se insinúa en la arena
es el primer amanecer del naufrago
mi primer día contigo,
presos por el mapa imaginario de un amor sin nombres,
esperando que llegue la tormenta
que el agua limpie nuestro pecado original:
creer en la paz como en la poesía.
Fuera de este cuarto hubo una vida compartida
el armisticio tierno de cuerpos jóvenes
jurándose acabar la vida juntos
ahora que la edad no tiene esperanzas
que la memoria es un pequeño trastero a oscuras
apenas recuerdo el tacto de tu piel bajo mis manos
el color de tus ojos al despertarte
y el ronco sonido de tu voz de abedul
el titulo de aquel libro que descansaba a tu lado
y que hoy es olvido entre palabras.
Quieto, delante de una foto descolorida,
noto como poco a poco me voy quedando solo
una falda lleva consigo la brisa de la tarde
un aleteo rápido y desaparece
detrás de la ultima esquina estas tu
me esperas, cierro los ojos,
lentamente, poco a poco
se detiene el metrónomo.